por Sheila Burgos
2 de octubre de 2017
Ya van semanas desde que el huracán Maria hizo estragos en mi isla Puerto Rico. Sinceramente no sé cómo describir lo que siento en este momento. Desde tristeza profunda, esperanza perdida, sentido de impotencia, confusion y miedo. Y esa soy yo, que estoy fuera de la isla sin poder hacer casi nada para ayudar. Con toda mi familia en la isla, incluyendo a mi esposo, hoy me siento, mas vacía que nunca.
Desde
la distancia, los buenos deseos parecen ser en vano, las donaciones
parecen no ser suficientes y las oraciones muy lejanas para llegar.
Sólo me queda pensar, que los puertorriqueños somos más fuertes que
ninguno y que nada nos derrota, por más fuerte que sea. Mientras tanto,
seguiré añorando a mi isla, cobijándola con mi manta de buenos deseos y
pronta recuperación.
¿Qué
me da esperanza? Las historias de mi familia. Cómo los vecinos se
ayudan entre ellos, desde recogido de escombros hasta
compartiendo la poca agua y comida que tengan. Ver imágenes de mis
sobrinos jugando en la lluvia y jugando a dibujar en las calles con
tiza, como en los viejos tiempos, ver como mi hermana buscó a los abuelos
y jugaron bingo todo el dia, con sonrisas en sus caras, ver a mi cuñado
ser agradecido, pues luego de una hora de hacer fila, lograron comprar
carne y se fueron al techo de casa de mi madre a hacer un pequeño BBQ, sin
agua, sin luz y en el techo
del segundo piso porque es donde único pueden tener señal para
enviarme mensajes, y sé que son privilegiados en comparación con otros
residentes en la isla.
Muchos perderán
o ya perdieron sus trabajos, muchos empresarios pequeños, sólo están
comenzando a ver lo mucho que afectará este suceso su economía.
Tengo muchos amigos, que me dicen, “ya mi negocio es nada, tengo que
buscar trabajo”….pero luego a su vez, me envían fotos dando gracias
porque está lloviendo y pudieron bañarse, con todo y jabón, en la
lluvia. Ver cómo una amiga que ayudaba a salvar lo que quedó de las
pertenencias de su madre, en el hogar de infancia que perdió por
inundaciones, no me envía mensajes quejándose, sólo mensajes de lo
contenta que está, al poder salvar fotos de su niñez con todas sus
amigas. Escuchar a mi esposo decir, aunque un poco frustrado cuando aun
no podían tener acceso a la gasolina…”quiero tirarme a la calle a ayudar
a los de el campo, pero estoy frustrado que no podemos llegar porque no
tenemos gasolina”, pero al final del día agradecido, porque pudieron
pararse en una luz a dirigir el tránsito.
El espíritu del puertorriqueño es uno inquebrantable,
nunca lo he dudado y hoy más que nunca. Sé que Puerto Rico se
levantará, se re-inventará. Aunque esté lejos…mi casa es, y siempre
será, Puerto Rico.
Pa’lante Mi Gente!
[visita el blog personal de la autora en el siguiente enlace: https://www.sheilaburgos.com/ ]
Gracias Sheila,porque haces patria doquiera estás...estamos orgullosos de ti..como madre ,como puertorriqueña te lo digo de corazón, ,Bendiciones, eres arte,eres luz, eres amor y eres puertorriqueña....
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