En busca de un poco de ritmo, normalidad decidí la tarde del sábado 11 de noviembre manejar al Viejo San Juan para tomar café puertorriqueño que tanto extrañaba de Café Cuatro Sombras. Me estacioné en Doña Fela y ahí me encontré con 'sendo diluvio! Agarré mi paraguas y llegué a paso acelerado a mi destino. Estuve casi dos horas, escuchando la lluvia, los truenos, el sonido de la preparación del café, las conversaciones y hasta por esas hermosas casualidades de la vida... una de las canciones preferidas de mi esposo de Patrick Watson.  

Cuando decidí irme tenía dos opciones, montarme en la guagua y regresar a casa o continuar re-explorando sus calles. Aún seguía lloviendo, y me dije: cuando volverás a vivir una tarde así, aquí? Como los otros lugares que visité en la pasada semana, el Viejo San Juan no fue la excepción... estaba vacio, ausente de turistas y de su ambiente movido. Caminé y caminé, tomé fotos, hasta llegar a La Bombonera que para mi sorpresa se encontraba abierto. 

Allí pregunté: que tienen disponible? Ya que durante la pasada semana aprendí que había que preguntar antes de ordenar. Me tomé mi favorito: un jugo de guanábana acompañado por una mallorca. Allí conversé con una señora muy simpática. Su forma de empezar la conversación fue preguntándome: Ya tienes luz?  Y así ... escuché su experiencia, me contó todo lo sucedido entre risas y gestos de frustración. Mientras hablaba comprendí que por más Isleña, Boricua y Puertorriqueña que fuese nunca comprendería en su totalidad lo fuerte y difícil que ha sido realmente para ellos esta experiencia. Porque si, aunque duela admitirlo hay un ellos y un nosotros. Ellos quien llevan sin electricidad por mas de dos meses y nosotros siendo testigos desde la distancia. 

Pero algo tenemos en común el 20 de septiembre de 2017 nos cambió a todos...