por Jayson Marin
Miércoles 20 de septiembre de 2017
Me encontraba en una mañana soleada trabajando en la torre número 11 del hospital pedriático en Orlando, Florida. Entré a ver a mi primer paciente de apenas 10 horas de edad. En la cama se encontraba su mamá felíz, acompañada de una señora que por su sonrisa descubrí que ya era abuela. Mire el televisor y observé en el canal 13 el ojo de María. La ansiedad de todos en esa habitación era inevitable. Las escuché hablar por un segundo y reconocí de immediato esa voz caribeña y agradable que sólo se escucha en Borinquen. Un rato más tarde, la señora recibe una llamada y en llantos descubre que su casa se la llevó el viento y la lluvia que cargaba María. Como buen puertoriqueño el "taco" en la garganta fue inminente. La señora desconsolada me abrazó y me dijo "Ay mijo". Fue inevitable compartir algunas lágrimas y sin darme cuenta unas palabras de aliento "Todo va a estar bien".
Diez días después me doy cuenta que tan solo era el comienzo...
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Publicado por
Yésica Isabel
02 oct 17
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